“Amo el fútbol, pero el de antes. El de hoy con gente que se mata en
las canchas no es creíble. Se mezcló todo en un mismo lodo, y lo mismo
pasa en el rock. Antes el deporte y el arte eran hechos culturales
nobles, hoy no”.
Quien habla es Ricardo Soulé, uno de los próceres del rock nacional, voz líder y guitarrista del legendario grupo Vox Dei.
Desde su Quilmes natal, Ricardo habló con El Tapón para recordar su etapa menos famosa. Es que el creador de la canción El momento en que estás presente
(“todo concluye al fin, nada puede esperar, todo tiene un final, todo
termina”), que acompañó a varias generaciones, también fue futbolista.
Arquero en las inferiores de Quilmes en su etapa de niñez y adolescencia
para más datos.
“Empecé a ir a la cancha junto a mi viejo. Cómo
será que estaba tan compenetrado con Quilmes, que mi papá me contaba que
lo primero que aprendí a decir fue PILMES.
-¿Cómo fue que te decidiste a probaste en tu club?
-Yo
jugaba en los potreros y en la escuela y un día con mis compañeros
fuimos a probarnos a Quilmes porque escuchamos que probaban chicos. Yo
quería jugar de nueve pero como no pude, entonces me probé de arquero.
Sino quedaba en ese puesto ya estaba decidido a no seguir. Pero la
verdad es que no me hicieron goles y me ficharon. Jugué desde la novena
hasta la reserva y entrenaba con la primera.
-¿Tuviste compañeros que después se hicieron famosos?
-Sí,
el Pato Fillol y el fantasma Benito (NdR: Ángel, ex Velez y Central).
Yo paralelamente ya estaba con la música y también había empezado a
estudiar ingenieria en La Plata. Al final dejé de ir a jugar y de
estudiar, para seguir de lleno con la música. Y no me arrepiento.
-¿Y el Pato ya se veía fenómeno en esos tiempos?
-Y sí, imaginate. Como te digo, yo no desentonaba, pero a él ya se le veían las condiciones que lo llevaron a ser lo que fue.
-¿Y después de esa etapa de jugador, seguiste yendo a la cancha?
-No,
la verdad que no. Ya se empezaban a ver esas cosas que no me gustan del
fútbol y que no tienen nada que ver con el divertimento que supone este
deporte. La pasión del hincha está desvirtuada hoy, todo va por lado de
la plata. Hoy hacen un gol con el culo y lo festejan; están locos y muy
desenfocados. Una vez yo estaba en la cancha en un partido de Quilmes
en la Primera B, y un jugador rival se mandó una jugada extraordinaria.
Lo aplaudieron desde los cuatro costados, hoy ese romanticismo del amor
por el fútbol, más allá del color de tu camiseta se perdió. Y yo soy un
romántico, disfruté del fútbol como hecho estético, la flor y la nata,
como le dicen en España. No me volvía loco si el rival era superior. Hoy
no es así.
-¿Y en el rock pasa lo mismo?
-También
es igual. Es un elemento de consumo masivo, domesticado, envasado al
vacío. El rock fue una contracultura, una respuesta a la chabacanería y
hoy es cualquier cosa, menos eso.
-¿Disfrutaste el último ascenso de Quilmes?
-No,
tanto. Como te decía, yo dejé de seguir a Quilmes, porque mucho de lo
que te decía lo comenzaba a palpitar desde aquellos tiempos. Sí disfruté
un poco más el título del 78 (el único título de Primera en la historia
de Quilmes). Pese a que estábamos de gira, nos quedamos con ganas de ir
a Rosario porque fue un acontecimiento para todos los quilmeños. Este
último ascenso no lo viví tan de cerca, no juega tan bien, en los
niveles históricos de lo que es este club. Se ha perdido el concepto;
eso de traer jugadores de tantos lados como en feria, de ligas
desconocidas solo por traer, y armar y desarmar grupos con tanta
facilidad no es el concepto de lo colectivo que se supone que es el
fútbol. Por eso en un tiempo me refugié en el rugby que mantenía esos
preceptos, más allá de que es un deporte de tanto roce.
-¿Qué sentiste al saber que hinchadas como la de San Lorenzo cantan Presente?
-Y
es la libertad del pueblo para cantarlas. Se los agradezco, es muy
lindo realmente. Pienso que ya no le pertenecen a uno, sino al pueblo.
LA BIBLIA:
Ricardo
Soulé junto a Willy Quiroga, Rubén Basoalto (fallecido hace pocos
meses) y Yody Godoy pergeñaron a comienzos de los años 70 una obra que
quedaría en el pináculo del rock nacional: La Biblia. Soulé reconoce que
nunca se imaginó que ese disco iba a tomar la trascendencia que tomó.
Editada, reeditada en varias versiones, la originalidad de la obra
trascendió límites geográficos y marcó a fuego la carrera de Vox Dei.
“Tenía
20 años cuando la hicimos. Y realmente no imaginábamos que iba a tener
tanta vigencia y que iba a ser considerada como una de las obras más
importantes de la música popular”, dice Soulé.
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